👋🏼, soy Adrián y este es el espacio en el que comparto reflexiones y aprendizajes relacionados con el desarrollo personal y profesional.
Hoy vengo a compartir un fragmento del libro “Nada importa“ de
, un libro lleno de pepitas de oro.Charlas con personas interesantes
Con Simón Muñoz, principal product manager en Voicemod.
Simón y yo hablamos de:
¿Qué es un product manager?
La importancia de validar el producto antes de lanzarlo
Marketing
Estrategia
Te dejo con el episodio:
Ojalá un día la leas
No tengo hijas, pero sí un folio en blanco. Aquí va una carta para ella, para ti. Ojalá un día la leas: Viaja, viaja sin descanso. Viaja sola y acompañada, en familia y enamorada (no existe nada mejor). Viaja con amigos y también —por qué no— con un amante. Viaja en primera, pero también en apestosos trenes regionales. Tienes que conocer La Mamounia y ver caer el atardecer en la terraza del Fortuny, con un Bellini en la mano (yo me encargaré de esto). Viajar es la única cura (bueno, y unos cuantos libros) que he conocido contra la estupidez. No acumules trastos, no tengas dos armarios, no pierdas el tiempo soñando con un vestidor. Solo son cosas, no te definen. Y quizá esta sea la lección más difícil de aprender (a mí me costó toda una vida). Las cosas solo son cosas: no tengas miedo a deshacerte de ellas, a lo único que has de tener miedo es a no acumular calambres. No te midas, no dejes cosas por decir, saca la basura —ya— de la alfombra. Aún no lo ves, pero la vida es muy corta y un día la medirás por las cosas que no hiciste. Ojalá te salgan las cuentas. Paga tus deudas, aprende a decir no (es lo que diferencia a un tarugo de un rey); recuerda siempre que nadie te debe nada. Sé fiel. A tu pareja, a tus valores, a tu gente y (también) a ti misma. Esa fidelidad inquebrantable es la única vía que yo he conocido para dormir bien por las noches. Y qué placer, qué importante es dormir bien por las noches.
Escribe, escribe sin descanso. No esperes un tema ni una excusa ni un trabajo: sencillamente escribe. Créeme, todo es más fácil cuando lo ves sobre el papel. Lee hasta que se te caigan los párpados, no lo dejes cuando la vida te reclame horarios (lo hacen tantos…). Que leer no sea un recuerdo de tu juventud, que sea una necesidad, una sed: no hay otro camino y nunca lo hubo. No es lo que miras, es cómo lo miras. Aprende a mirar. Y a mirar se aprende mirando: exposiciones, calles, vidas, cafés, lienzos, amaneceres y portazos. Un pequeño truco: cuatro ojos ven más que dos. Aprende a sobrevivir («Quien resiste, gana», en la tumba de Cela), pero que nunca sea suficiente: has de vivir. Te van a hacer daño —es inevitable—, pero te levantarás. Yo estaré ahí, ayudándote un millón de veces. No pretendo que no caigas, tan solo que aprendas una lección, por pequeña que sea, tras cada caída. Esas lecciones serán tu tesoro. Date entera. Y, por lo que más quieras, nunca te vendas.
Gracias por leer Efecto Eureka.
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